sábado, 13 de octubre de 2007

¿Adelantamos la vejez con determinadas situaciones de vida?

Durante mucho tiempo los fisiólogos han sabido que el estrés puede causar envejecimiento prematuro en animales de laboratorio. Cuando un animal es sometido a condiciones de estrés continuo su cuerpo comienza a sufrir una serie de estragos y al cabo de unos pocos días muere. Al hacerle la autopsia se encuentran numerosos síntomas de deterioro y envejecimiento prematuro.
En los seres humanos se produce una situación similar. Cuando el estrés sobrepasa ciertos límites se afectan numerosos organos de nuestro cuerpo al igual que nuestra capacidad mental y el sistema inmunológico.

En situaciones normales las células de nuestro organismo emplean alrededor de un 90% de su energía en actividades metabólicas dirigidas a la renovación, reparación y creación de nuevos tejidos. Sin embargo, en situaciones de estres (problemas en el trabajo, en el matrimonio, en el hogar) esto cambia drásticamente. En lugar de actividades dirigidas a la renovación, reparación y creación de los tejidos del organismo, se dedica a tratar de enviar cantidades masivas de energía a los músculos. Las actividades de reparación y creación del cuerpo se paralizan e incluso el organismo comienza a descomponer los tejidos en busca de la energia que tan urgentemente necesita.

Entre estos daños se incluyen: fatiga, destrucción de los músculos, diabetes, hipertensión, úlceras, enanismo, impotencia, pérdida de deseo sexual, , interrupción de la menstruación, aumento en la susceptibilidad a enfermedades, y daños a las células nerviosas. Algunos estudiosos apuntan que lo que más impresiona de estos daños es el hecho de que, tomados en conjunto, se parecen mucho a lo que sucede en el proceso de envejecimiento.

Toda enfermedad tanto física como mental, proviene de alguna mala información dada a la célula a causa de la falta o exceso de energía, captada por lo regular del exterior (alimentación deficiente o en abundancia, falta de ejercicio, exceso de trabajo, traumas, rencores, odios, no reírse y sucesos cotidianos estresantes) que provocan la información distorsionada o deficiente a las moléculas que a su vez dan orden incorrecta de algún órgano como hígado, bazo, riñón, etc; provocando la enfermedad.

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